viernes, 17 de enero de 2014

Vergüenza

Un apunte rápido que traté de hacer en Facebook pero debido a su extensión no me dejó , así que lo traigo al blog.

La situación político-económica y sobre todo la social en la que estamos es realmente muy triste. El otro día oí en la radio una reflexión que quiero adaptar a mi (no recuerdo quien era, así que sintiéndolo mucho no podré citar al tertuliano de “Aquí en la onda de Onda Cero Asturias” que lo comentó)

Los gobernantes que tenemos, tanto los actuales como los anteriores de los últimos 20 años aproximadamente, nos hay llevado, con sus desmanes, derroches y robos para ellos o sus amigos, a una situación en la que el capitalismo desaforado y todo lo que ello representa (es decir los muy ricos y muy poderosos) han visto la ocasión de poner “tierra de por medio” entre ellos y la llamada clase media. La han visto y la han aprovechado.

Las aspiraciones de todo el mundo son siempre mejorar, en un sentido o en otro, pero mejorar… la clase pobre quiere vivir como la clase media y la clase media como la rica (la clase rica quiere ser más rica) pero para que todos lo consigan hay que repartir el dinero (algo que los ricos no quieren) y para evitarlo han ideado el plan perfecto:
Se crea una crisis (verdadera o falsa, no importa) que haga que mucha gente lo pase muy mal, de forma que con la falsa promesa de una “leve” mejoría” se recortan derechos, salarios y de todo. En esos momentos la gente que se está ahogando, acepta lo que sea para poder seguir respirando… repitiendo esto varias veces consiguen que la clase pobre y la media se equiparen (hacia la pobre) y la clase rica cree una brecha ya insalvable que hace que no tengan que preocuparse de “repartir” el dinero con los de “otras clases”.

Este, a grosso modo, es para mí el quiz de la cuestión, la madre del cordero, pero esto es algo que ya sabías (si alguien lo lee, claro) y que ya había comentado, la reflexión verdadera que quería hacer (y que me he alargado en la introducción) es la siguiente:

Yo tengo una hija de dos años a la que le tendré que contar que, gracias a la reforma educativa, como estudiante va a tener menos oportunidades que sus padres; que, gracias a la reforma laboral, como trabajadora va a tener que sufrir contratos más explotadores y peor remunerados que sus padres; y que, gracias a la reforma del aborto, como mujer va a tener menos derechos que su madre.

Y se me va a caer la cara de vergüenza cuando le explique que no hicimos nada por evitarlo.